Y finalmente, tras una semana de sol y buen tiempo, llegó la lluvia. Mientras en el interior del Chrystal Hall se decidía el ganador de Eurovisión 2012, el agua caía de forma suave pero regular sobre Bakú. Pero eso no disuadió a los miles de personas que se arremolinaban en torno a las pantallas gigantes habilitadas por las autoridades en el bulevar de la ciudad para ver el festival, y para animar a Azerbaiyán. Y para ver ganar a Loreen.
La sueca partía como una de las grandes favoritas, y no hubo sorpresa,a pesar de la tenaz competición con las “babushkas” rusas. La sensualidad exótica de sus movimientos, el cuidado vestuario y el ritmo “dance” de su canción, pegadiza como ella sola, sedujeron a jurado y espectadores como ya habían seducido anteriormente a los “eurofans”, que estos días se han hartado de bailar “Euphoria” en las calles de Bakú.
Sobre que la española Pastora Soler estuvo magistral, hubo unanimidad entre los compatriotas que se animaron a viajar hasta la capital azerí. Y el resultado se vio en el más que positivo décimo puesto conseguido por España, todo un respiro a la dignidad nacional tras los malos resultados de los últimos años. Frente a la tendencia a la frivolidad que había conseguido hacerse un hueco en anteriores festivales, en esta edición la seriedad y la dignidad –con la posible excepción de los gemelos irlandeses del duo Jedward- fue la nota dominante, marcada por la apertura solemne del veterano Engelbert Humperdinck, que representaba a Gran Bretaña. Pero el festival volvió a demostrar que presentar una buena canción no es garantía de éxito: Humperdinck quedó en la penúltima posición, con apenas cinco puntos. No era la peor canción del festival, pero probablemente no era la composición adecuada para participar en Eurovisión.
Una de las notas de color la puso, tras la competición, la (probablemente inevitable) actuación de Emin Agalarov, hijo del multimillonario hombre de negocios Aras Agalarov y casado con Leyla Aliyeva, la hija de Ilham Aliyev, el presidente de Azerbaiyán.
Empresario de éxito él mismo y educado en Rusia, Suiza y Estados Unidos, Emin decidió a los 25 años dedicarse a la música, y en 2006 publicó su primer álbum, “Still”, iniciando una carrera meteórica a la que sin duda han contribuido sus buenos contactos.
Acabada esta, se inició la emocionantísima votación, que al principio desató un enconado duelo entre Suecia y Rusia, casi hasta el último cuarto del concurso. Sin embargo, en el tramo final, Loreen se desmarcó ampliamente de sus rivales, y la competición se desplazó al segundo puesto.El serbio Zeljko Joksimovic le puso las cosas difíciles a las Buranovskiye Babushki, pero finalmente las simpáticas ancianitas terminaron por imponerse.
Los primeros puestos de la clasificación estuvieron dominados en todo momento por el turco Can Bonomo, la azerí Sabina Babayeva y la albanesa Rona Nishliu. Aunque Italia y Francia tenían grandes expectativas, debieron conformarse con unos resultados ciertamente pobres, comparado con los espectaculares 372 conseguidos por Suecia.
Nuestros compatriotas otorgaron 8 puntos a las “babushkas” rusas, 10 a la rumana Mandinga, y 12 a Loreen. Y esto de entregarle la máxima puntuación a la sueca fue una constante durante toda la noche, como demuestra la abismal diferencia obtenida entre ella y las abuelitas rusas, en torno a un centenar de puntos. De modo que, probablemente, esta chica era la única vencedora posible. El año que viene, a Estocolmo.